domingo, 23 de junio de 2013

Oh... Ah... Eh...


Ayer, simpatiquísimos lectores me destrozaron. Pocas cosas tan desconcertantes como un elogio (oh) que acaba revelándose fruto de una lectura equivocada (ah) y exigiéndote unas incómodas explicaciones (eh). En el bautizo del pequeño Estanis, mi artículo de Misión salió a colación, primero en forma de aplauso, e inmediatamente después como animado debate. Con todo, lo peor había ocurrido por la mañana. Un desconocido muy agradable se cruza conmigo por la playa, abre un franca sonrisa como una sombrilla y me dice: "Venga, a disfrutar ahora, que todavía no han llegado los comepeces". Qué desconcierto, porque a mí los comepeces me gustan más que a ellos los peces, y creo que lo había dejado claro. En este artículo de hoy, reinsisto. No sé qué pensaré ese amable caballero, si lo lee. 


2 comentarios:

  1. Y los viajes en coche con las niñas, jugando a adivinar, a la vista de las matrículas, de qué provincia eran los que viajaban en los otros coches.

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  2. [No me entra el comentario en el periódico pero como es un homenaje a mi madre y a la patria, por ese orden, no lo cambio, ¡ea!]

    Cuando nos cambiaron las matrículas, compramos una pegatina de la bandera de Asturias que colocamos bien visible en el maletero. Nos la rallaron con una llave en Madrid, y compungidos insistimos en comprar una nueva que reemplazarla. Hace poco se la tuvieron que quitar porque dejábamos el garaje por la zona de residentes de la calle, y a mi madre le daba miedo otro rallón. En fin..., que cuando me preguntan que por qué digo que soy de Asturias si no he vivido allí..., suelo recordar cómo mi madre nos enseñó el Asturias patria querida en el coche, y también la matrícula del coche, y después la pegatina :)

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