jueves, 16 de julio de 2009

Las armas y las letras

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Me cuenta un profesor de literatura de instituto, que eso sí que son armas, sobre todo, y letras, que sus alumnos se pasman ante el hecho de que Garcilaso fuese poeta y militar. No se les ocurren, a las criaturas, dos profesiones más antagónicas. Tienen asegurado, al menos, el pasmo continuo, pues de Alfonso X abajo no se libran los mejores: Jorge Manrique, el capitán Aldana, nada menos que Cervantes, Lope de Vega, Cadalso, entre tantos, por no hacer un ejercicio de memoria histórica y recordar cómo en ambos bandos de la guerra civil se hizo buena (y mala, pero sólo importa la buena) poesía.

Carlyle dejó claro que es todo lo contrario de lo que se piensan los alumnos de mi amigo. Sólo hay tres cosas serias que ser en la vida: sacerdote, guerrero y poeta. Lo demás son formas más o menos honradas de ganarse el pan. Antes de que los ingenieros (tan satisfechos, en general, de haberse conocido) protesten, les diré que, gracias al bautismo, los cristianos tenemos vocación de sacerdote, de rey o de milites christi y de profeta. O sea, que todos tan contentos, y a trabajar.

Lo que no quita para que uno, poeta strictu sensu, sienta, descontando desde luego un profundo agradecimiento a los sacerdotes, una querencia solidaria con los militares de vocación y de profesión. En estos últimos meses, esa querencia está en el cuerno de África, luchando contra la piratería.

Aprovechando que Miguel Aranguren habló en Alba de mi blog “Rayos y truenos”, contaré que uno de sus visitantes es un antiguo superior mío de la mili. No sé qué graduación tendrá ya, pero cuando yo estaba a sus órdenes era sargento. Contra lo que quiere el tópico, no gritaba, sino que me buscaba por los rincones de la Base Naval de Rota para charlar de amena literatura. Me ayudó a corregir las pruebas de mi primer libro. El otro día entró en el blog desde Somalia y se felicitaba por haber podido hacerlo. No creo que sepa la alegría que me daba y el honor.

Mi otro amigo allí es un mando. Hablé con él antes de su marcha y puse todo mi empeño en convencerle de que llevase un diario de su misión. Un diario personal, sin revelar datos ni rebajarse al cotilleo, sino a lo Jünger, contando sus vivencias. La piratería tiene tal tradición literaria y él es tan listo que, si lo escribe, será delicioso. Nos vendría muy bien un ejemplo más, muy siglo XXI, de la buena y vieja y eterna relación entre las armas y las letras.
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3 comentarios:

  1. Gracias, Enrique, por el enlace. Me queda la duda (no me dio tiempo a plantearlo en clase) de qué habrían opinado ante la relación poeta-sacerdote, que también dio frutos espectaculares, especialmente en el Barroco. Y, claro está, volvemos a Lope, que era poeta, y guerrero, y sacerdote: lo tenía todo; lo tiene todo.
    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias. Yo, a parte de lector habitual de tu blog soy también hombre de armas.
    En la lista de militares poetas/escritores, se puede incluir a Calderón, Mingote o, incluso, Cela.
    Yo, fuera de cualquier ilustre lista, me he atrevido también alguna vez con algún ripio, imperfecto, atrevido... pero mio. Lo comparto y agradezco críticas.
    http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com/2009/06/espadana-hasta-por-las-ciguenas.html

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  3. Suelo seguir tu Blog, desde que DAL me ilumino sobre su existencia.

    Muchas veces pense en comentar tus post, basicamente para decirte que gracias por haber conseguido hacerme disfrutar con su lectura y haber sabido expresar de manera tan clara y nítida lo que son mis pensamientos, siempre enrevesados y liados dentro de mi.

    Pero si no lo hice más que en alguna contada ocasión, hoy mi entrada y comentario es obligado por lo que de cumplido agradecimiento merece, quien asi defiende a los que, como yo, un día decidimos elegir la profesión de las armas.

    Muchas y sinceras gracias .

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