viernes, 2 de enero de 2009

Tipología de usted

Casi siempre coincido con Kiko Méndez-Monasterio. De hecho, sin haber leído su artículo de esta semana, estoy seguro de que lo comparto al cien por cien, más o menos. Por esto no desaprovecharé una ocasión de discutirle algo. La semana pasada, él caía —tal vez por la gripe— en eso tan feo de cuantificar, a lo Juan Manuel de Prada, a sus lectores, que humildemente cifraba en tres, por no superar a los cuatro que dice que tiene el famoso Juan Manuel (y uno se pregunta si no será recochineo).

Yo estoy más con Heráclito el Oscuro y, en relación a mis lectores, uso mucho su aforismo: “Uno para mí es cien mil, si es el mejor”. Y estoy con Kierkegaard el Claro que abominaba de la masa (y, en consecuencia, del periodismo cuando la prensa era, o tempora, o mores, un medio de comunicación de masas). En resumen, que si usted ha llegado hasta aquí es mi lector, y qué más quiero.

Con todo, la preocupación de los articulistas por el número de sus lectores es natural con la que está cayendo en (y cayendo) la prensa escrita. Encima, lectores hay de muchos tipos y no todos valen a todos los escritores. Hay lectores a los que gusta leer lo que piensan. Estos, entre líneas, aprovechan para exclamar: "Ya lo decía yo” o, en los casos más sensibles: “Así lo diría yo si tuviese prosodia de sobra”.

Otros son los que prefieren pensar lo que leen. Esos, entre líneas, se asombran: “Anda, pues es verdad, en esto no había caído antes”. A esos lectores, o lector, o lectora, sean los que sean, aspiro yo. Comprenderán ustedes, o usted, que eso complica mucho las cosas y que no voy, además, a ponerme a contarlos.

Complica mucho las cosas al lector, sí, y me las complica bastante a mí que tengo que reflexionar bien sobre qué escribir y qué, y no sólo cómo. Cuando uno escribe para Alba, la complicación se vuelve ya insoluble, porque los lectores de este semanario, en principio, por principios, comparten las ideas fundamentales que uno sostiene.

A menudo pienso que tengo poco que aportarles a ustedes, o a usted, y que quizá me convendría buscar en otra parte lectores menos afines. Claro que todo es muy lioso, porque si va llegando hasta mi punto final, a fin de cuentas usted está siendo el me aporta: la mitad, como mínimo, del sentido de mis frases. Muchas gracias por todo.

1 comentario:

  1. Éste tu (tu en cursiva) lector, te agradece mucho que escribas para él (este él también en cursiva). Muy bueno.

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